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Mostrando entradas de junio, 2017

PODRÉ ESTAR AHÍ

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PODRÉ ESTAR AHÍ De mi yo pasado a mi yo presente. Crees que mucho he cambiado, pero sigo siendo tú. Sigo siendo aquel mar de sueños, de esperanzas que no se perderán. Sigo mirando las estrellas, en el capó de aquel coche, aquellas que con tus deseos, te han hecho llegar. Llegar a donde querías estar, a ese lugar que soñabas, el que tanto te ha costado alcanzar. Que bonito cumplir sueños, que bonito verte feliz, que lejos estoy aún de eso, que bonito saber que podré estar ahí. Porque los sueños se cumplen con pasión, la que pones en todas tus hazañas, que vivan los grandes luchadores, que sólo ellos logran triunfar. Y es verdad que algo he cambiado, pero sigo siendo tú. Sigo siendo aquel horizonte, que no encontraba su final. Y aunque ahora está encaminado, y está a punto de llegar, tiene un gran recorrido por delante, para alcanzar la felicidad.

ALGO HAS CAMBIADO

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ALGO HAS CAMBIADO A mi yo del pasado. Te observo en la distancia, ha pasado mucho tiempo pero apenas has cambiado. Recuerdo aquellas noches de verano, escribiendo poesía, como esta que tienes en tus manos. Teníamos muchos sueños por cumplir, y otros muchos incumplidos. Pero seguimos adelante, luchando por todo lo construido. Recuerdo aquellas noches de primavera, en el capó del coche, pidiendo deseos a las estrellas. Cuanta paz se respiraba, aquello era vivir. Y hoy queda muy poco de eso, la vida ha pasado, has seguido adelante con tus sueños, y aunque algo has cambiado nada te ha hecho renunciar a ellos.

CARTAS A MI MADRE. TERCERA CARTA.

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TERCERA CARTA. Me alegra mucho saber de ti. Llamar a casa y que me digas que estás bien, notarlo en tu voz, oírte reír por el teléfono. A pesar de todos los momentos malos que llevamos a nuestra espalda, hemos sabido superar obstáculos, rehacer la vida y salir adelante.  Todo gracias a tu tesón, a tu dedicación hacia mí. Siempre lo he pensado y pocas veces lo he dicho, tengo una madre coraje, luchadora. Gracias mamá. Gracias por darme todo lo que tienes, por creer en mí, por enseñarme como levantarme de lo más profundo. Gracias por hacer de mí una persona íntegra, con valores, con principios, con metas en la vida. Ni frente a un millón de madres cambiaría a la mía, no hay una madre mejor. Tendrá sus defectos, como todos, pero también tiene muchas virtudes. Gracias por dejar que me equivoque con mis decisiones, no hay mejor manera de aprender; por apoyarme en todo lo que he hecho, por estar siempre ahí. Eres la mejor y siempre lo serás. Gracias

CARTAS A MI PADRE. TERCERA CARTA.

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TERCERA CARTA Sigo sin entenderlo. Entiendo que dejases de quererla, entiendo que no quisieses compartir más tu vida a su lado, pero ¿yo? ¿Qué hice yo para que me dejases de esa manera? Indefensa, sin comprensión, era pequeña y te necesitaba. Te desentendiste, te daba igual todo. Daba igual que no tuviese comida, ropa... te lo llevaste todo. Por suerte he tenido siempre gente que lo ha dado todo por mi. Si he tenido vacaciones no ha sido gracias a ti, si he tenido ropa y comida no ha sido gracias a ti. La vida me ha dado unos abuelos maravillosos, y no son tus padres. Son mis abuelos, claro está, pero he tenido otros que se preocuparon mucho más por mi, aunque no les correspondía. Tengo unos tíos, aunque uno de ellos ya no esté, que ejercieron esa función, que me dieron ese cariño que tus padres no me dieron. Fueron más abuelos de lo que fueron los de verdad, y los considero como tal. Ahora tengo una vida plena y

CARTAS A MI MADRE. SEGUNDA CARTA.

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SEGUNDA CARTA Siempre estuviste en los momentos difíciles, al pie del cañón; siempre fingiendo que todo estaba bien. Nunca tuviste una mala palabra para él. Ni para él, ni para nadie de su entorno. Quizás por eso nunca he legado a odiarle a pesar de todo, eso te honra. Siempre hemos sido de discutir mucho, como en todas las casas, supongo, pero yo te quiero igual. Sé que todo lo que haces es por mi bien, aunque a veces te equivoques o vaya en contra de mi forma de pensar. Recuerdo las noches cuando era pequeña, dormía contigo, y nunca te dejaba sitio, siempre estaba en medio de la cama. También recuerdo nuestras "peleillas" en el sofá, cuánto nos reíamos... Me acuerdo de ver la tele, por las noches, en casa de la abuela, en la cocina, hasta que me mandabas a la cama y yo te pedía un ratito más. Los baños en la piscina de la terraza en verano, las tardes en la piscina municipal, dejándome ir a los tres metros con el flotador cuando no levantaba un metro

CARTAS A MI PADRE. SEGUNDA CARTA.

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SEGUNDA CARTA Han pasado muchos años desde aquel día en que te fuiste. Ahora es cuando intentas ejercer de padre. Un padre que nunca fuiste. Ya no me haces falta, mamá me enseñó todo lo necesario para sobrevivir a este mundo. Te voy a querer siempre, eres mi padre y eso nadie lo pone en duda, sería una tontería hacerlo, soy igual que tú, el más fiel reflejo. Pero a la vez, somos muy diferentes en muchas cosas. La primera y más importante, sería incapaz de abandonar a mi hij@. Eso lo he aprendido de ti. Gracias por enseñarme lo que no quiero ser en la vida. Ahora no me sirven de nada tus preocupaciones, que las agradezco, pero no son necesarias. Lo fueron un tiempo atrás, cuando mamá tenía que llevarme a urgencias porque me pasaba algo, y tenía que hacerlo sola porque tú no estabas. Siempre fueron primero los demás y después yo. Con el tiempo eso no ha cambiado, sigo estando en el último lugar de tu lista. Sigue doliendo, aunque cada vez un poquito menos,

ENTRE FRONTERAS (2º Premio I Concurso de Relatos Cortos Lésbicos)

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ENTRE FRONTERAS Acabábamos de entrar y ya me sudaban las manos. No recordaba un día tan importante como aquel 4 de agosto de 1933. Bueno sí, el 4 de agosto de 1931, día que coincidimos en la taberna de enfrente y se acercó para preguntarme que opinión tenía yo acerca de los homosexuales. En aquel momento no me pareció una pregunta muy acertada, mis compañeros de partido no pusieron buena cara, y yo tuve que mentir. En realidad, no tenía nada en contra, a mí no me habían hecho nada, yo estaba felizmente casada y tenía tres hijos, pero la mentalidad del Partido Comunista Español de la época era otra. Me guiñó un ojo, dio media vuelta y se fue. Aquella pregunta me hizo reflexionar durante mucho tiempo. Cada vez que veía a aquella mujer, después de aquel encuentro, se me revolvía el estómago. Me senté en mi asiento del Parlamento y esperé a que comenzase la sesión. Fabiola todavía no había llegado, pero estaba segura de que no tardaría. Cinco minutos después de mi llegada ap

CARTAS A MI MADRE. PRIMERA CARTA.

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PRIMERA CARTA Todavía yo no era consciente de las cosas, apenas tenía tres años cuando pasó, pero tú siempre estuviste ahí. Que difícil se me hace encontrar las palabras para expresarme cuando se trata de ti. Me diste la vida con la ilusión de una madre primeriza, con la ilusión de formar una familia y que fuésemos tres. O cuatro, o cinco, en realidad querías más hijos, pero no pudo ser. La primera nieta para todos los abuelos, la primera sobrina para muchos de mis tíos, la primera hija para mis padres. O debería puntualizar mejor y decir que fui la primera hija para ti, porque para papá... ya sabes como funciona. Un buen día se fue y ya no volvió. Pero no creas que no he tenido padre, lo tenía, no estaba y tuve una madre que valía por dos. Nunca jugaste conmigo a fútbol, ni me llevaste a una carrera de motos, ni tampoco me enseñaste a arreglar un coche, pero hiciste algo mucho mejor por mi. Me enseñaste a valorarlo todo, me enseñaste qué es luchar y sacar adel

CARTAS A MI PADRE. PRIMERA CARTA

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PRIMERA CARTA Han pasado muchos años desde aquel día y no, todavía no te he perdonado. Es difícil, ¿sabes? Cuando todavía no eres consciente de lo que realmente pasa no le das mucha importancia. Sobre todo cuando mamá te dice que vendrás a verme. Sólo tenía tres años y fueron muchas las noches que me despertaba llorando, echándote de menos. Mi primer día de guardería tú no estabas, los padres de los demás niños sí. Desde entonces te has perdido muchas primeras veces, por no decir todas. Funciones del colegio, problemas, tristezas, alegrías... todas esas cosas que sienten los niños por primera vez. Has tenido suerte, a pesar de todo, nunca nadie me habló mal de ti, y eso que había razones suficientes para hacerlo. Recuerdo mis cumpleaños como si fuesen ayer. Todas las promesas que me hacías, diciendo que ibas a venir. Nunca aparecías. Oír el timbre, salir corriendo a abrir la puerta con la ilusión en la cara pensando que eras tú. Pero nunca era